miércoles, 11 de noviembre de 2009

Stephie


Los hijos son los únicos invitados a tu vida que llegaron para quedarse y apropiarse de todos y cada uno de tus sueños y sentimientos.
Así llego Setph a nuestra vida, invitada y dueña de nosotros, de nuestro amor y ternura.
Ella es toda una explosión de ideas, sentimientos, acciones y emociones.
No sabe de descanso, siempre tiene algo que hacer, que componer, o que inventar.
No sabe de silencio, siempre tiene algo que opinar, una canción que cantar, una aventura que recordar o simplemente un grito, como dice ella: “para descansar”.
Nos ha enseñado la fortaleza de su espíritu y de su cuerpo al enfrentarse como algunos niños a pruebas donde tu propio cuerpo te ha traicionado.
Nos ha mostrado la sonrisa cuando esperábamos llanto, nos ha enseñado a tener fe y a unirnos como familia.
Ella baila todo el día, habla todo el día, sueña todo el día, siempre molesta a la chispa y es compañera de juegos de Diego y su mejor amiga. Él con sus cinco años es el dueño de su ternura y de su paciencia.
Así es Steph, Stephie, Stepha, Chio, Mimí, Sirenita Ariel ,Anastasia o simplemente “güerita” como le llama su abuelo, ella es todo esto y más, mucho más.

lunes, 2 de noviembre de 2009

Día de muertos


Mientras ponía la ofrenda para “mis muertitos” como cariñosamente les decimos por aquí, recordar a cada uno de ellos me puso un poco nostálgica, pensaba en sus gustos culinarios dulces para mi abuelo, mole para mi abuelita “coca cola “ y papas fritas para Poncho, fruta para Zeleste, café y cigarros para Don Alfonso, tengo que admitir que no conocía los gustos de todos mis muertitos . Así que para no quebrarme la cabeza solamente unas veladoras por cada uno de ellos, sal y agua fueron parte de mi altar, pero ellos en mi vida fueron mucho más.
Mis Abuelos: me enseñaron los valores que hoy rigen mi vida, los vi salir de la pobreza y pelear en esta vida por un futuro mejor para sus hijos, abandonando su querido Ario de Rosales (Michoacán). Fui de los pocos nietos que tuvieron la fortuna y bendición de crecer a su lado de conocer su ternura, sus miedos y sus sueños.
Ponchito: Aprendí con él que el amor a primera vista existe, que la injusticia y el dolor no respeta a los niños, me enseño lo que es la dignidad y la resignación, pero sobre todo me enseño que: “NO HAY MODO MAS NOBLE DE VENCER QUE MORIR LUCHANDO” y el amor no termina con la muerte. Siempre lo voy a querer.
Memo: El mejor amigo de mi hija, su compañero de escuela, su cómplice, compartieron tres años en la preparatoria e hicieron planes para el futuro, escogieron la misma carrera: Ingeniería Industrial, se apoyaban, se ayudaban y un día sin más por primera vez el llanto de dolor apareció en los ojos de mi hija, un llanto que parecía que nunca tendría fin y yo no encontré palabras para consolarla, se fue Memo con toda su juventud y dejo amigos y a sus padres en orfandad.
Zeleste: La de los ojos hermosos, grandes, verdes, luminosos; siempre ocurrente, única, preocupada hasta el fin por su madre-amiga, y amante de la belleza en toda la extensión de la palabra.
Daniel: Compañero de lucha de una de mis batallas, en donde no siempre se gana, los doctores dicen que se rindió, o quizás solo fue que el sabia que ya había cumplido entre nosotros su misión.
Tía Bertha: O como nosotros la llamábamos cariñosamente “Tía Tita” el día de su funeral que hizo que todos sus hermanos se volvieran a reunir después de mucho tiempo alguien la describió así: “Era como un caramelo dura por fuera y dulce por dentro” no solo su familia lloro su partida, el pueblo entero le mostro su amor y gratitud.
Don Alfonso: Cigarro y café era su dieta. Ermitaño, poco amigo del baño, desconfiado pero a su vez generoso, le temía a la obscuridad le gustaban los corridos norteños, añoró el conocer otro idioma, siempre orgullosos de su sangre española y en su cartera solo llevaba tres fotos: la de su sobrina Arcelia a sus 5 años de edad quizá, la del él en su juventud y la de su nieta Silvita a sus dos meses de edad. Stephie le tenía miedo y Abel su hijo conoció la desilusión.
Mi hermano Alberto y mi hermana Mireya, nunca los conocí pero en mi madre dejaron el dolor de su pérdida; mi tía Celia, esa mujer que sin haberla conocido ha marcado mi vida, adelantada para su época, valiente y dueña de sus propias decisiones; Augusto compañero de secundaria que se enfrento a la soledad y luego al suicidio; Irene “nene” aquella pequeña que su madre envolvió en sus brazos para protegerla de la muerte cambiando su vida por la de ella, no sirvió de nada, dos días después la pobreza y la ignorancia ganaron la batalla y “nene” con sus tres años se fue al cielo con su mamá.
Hay más “muertitos” conocidos, pero solo ellos marcaron mi vida, la cambiaron, la enriquecieron e hicieron de ella algo mejor. Esta es mi ofrenda de día de muertos, su recuerdo en mi y su presencia intangible.