jueves, 9 de agosto de 2012

Mujeres de 40 y más


“Si ayudo a otras personas, a ti con mayor razón, pues sabes que te quiero mucho”
Esas palabras me dan y dan vuelta en mi cabeza………..así debe ser ayudar a quien se quiere, eso se lo enseñe hace muchos años y creí que nunca  lo aprendería.

Aún recuerdo la vez que le deje el coche para que fuera a trabajar , con la condición de que me avisara cuando regresara a casa para que yo pasara por el para recoger a las niñas en la escuela,  no  había un transporte que me llevar a su escuela a pesar de que no quedaba lejos de mi trabajo, (45 minutos caminando), era más fácil ir por el coche a la casa y luego ir por las niñas……………….le llame, le llame, le llame…………………….y no sé cuantas veces más  llame a casa para saber si ya había llegado, el silencio como respuesta me indico que seguía en el trabajo ya que él tampoco me había llamado para avisarme de su regreso. No me quedo más opción que caminar a la escuela de mis hijas buscando la sombra que a esa hora no existía……..llegue un poco tarde por ellas y afortunadamente la solidaridad femenina fue mi aliada y una amiga me regreso a casa con hijas y mochilas, se lo agradecí eternamente, los zapatos me mataban, el calor me agobiaba y tenía mucha sed después de la caminata.

¡Cuál sería mi sorpresa cuando al llegar a casa lo encontré durmiendo plácidamente!
-          ¿Acabas de llegar?  -  le pregunte después de despertarlo
-          No, llegue desde hace más de tres horas
-          Te estuve llamando para venir por el coche e ir por las niñas ¿no escuchaste el teléfono?
-          Si, si lo escuche
-          ¿Por qué  no me contestaste? Quedamos en llamarnos si llegabas temprano
-          Porque no quise. – Se dio la vuelta y volvió a dormir.

Al recordar esa escena vuelven a mi mente sus palabras….. “Si ayudo a otras personas, a ti con mayor razón, pues sabes que te quiero mucho”.
Entonces mi mente me juega una mala pasada y me hace retroceder  más años cuando mi hija más pequeña era un bebe que apenas se iniciaba en la aventura de la caminata y la mayor estrenaba a diario amigos nuevos en el jardín de niños. Terminaba los días cansada, mi trabajo, el cuidado de las niñas, mantener limpia la casa…….Una noche desesperada le pedí  como otras veces:                 -¡Ayúdame!.........cuida a las niñas mientras yo arreglo la casa o arregla la casa junto conmigo después de que las niñas duerman.
Su respuesta fue tajante….. Como las que él sabe dar:
-          Grábatelo bien:  Nunca te voy a ayudar….así que deja de pedírmelo.
-          Si se le ayuda a los amigos ¿Por qué a mí no?
-          Nunca te voy a ayudar.
Y entonces otra vez las palabras: “Si ayudo a otras personas, a ti con mayor razón, pues sabes que te quiero mucho”
Y entonces mis ojos de “lágrima ofrecida” se humedecen recordando cómo he regateado su ayuda durante tantos años y ahora sin más ni más me topo con estas palabras: “Si ayudo a otras personas, a ti con mayor razón, pues sabes que te quiero mucho”………….palabras que no van dirigidas a mí …………..sino a otra  mujer más joven  y tal vez porque no más bella.