martes, 20 de abril de 2010

20 de abril

Cuando estudiaba la preparatoria tenía una tarjeta que era mi favorita, decía “ Un hermano es un amigo que nos da la naturaleza, y un Amigo es un hermano que nos da la sociedad”. Este pensamiento me ha acompañado a lo largo de mi vida; pero hoy que tengo que hablar de mi mejor amiga, de mi compañera de juegos infantiles, de mi confidente de adolescencia, de la compañera incondicional, de la mano amiga en todo momento, de mi madrina de lazo en mi boda, de la madrina de bautizo de mi hija: esta mujer que con los ojos cerrados le confiaría la vida di mi pequeña hija en su momento, cuando tengo que hablar de ella, este pensamiento que me acompaño a lo largo de mi vida queda inconcluso, roto………..no es mi hermana de naturaleza, ni de sociedad…..es mi prima.
Esa prima que tan solo es nueve meses mayor que yo, justo cuando ella nació mi madre se dio cuenta de su embarazo y supo que sería niña, lo que nunca supo es que su pequeña sobrina sería por mucho la compañera y amiga de su nueva cría.
Ella era calma y yo un torbellino, ella era calma, yo corría y gritaba, ella pensaba y yo solo actuaba, ella curo mis heridas, mi desamparo, mi olvido. Me enseño a tener fe y a confiar. Sus ojos grandes y negros contrastaban con los míos pequeños. Inventamos historias y planeamos nuestro futuro, que debo decir se parece muy poco a lo que ahora vivimos.
Nos enamoramos y desenamoramos, buscamos la solución al problema de los “hombres en nuestras vidas”, nos encontramos con ellos y los perdonamos. Alcanzamos metas y realizamos nuestros sueños, me hice madre siete años antes que ella y compartió mi alegría, disfrute y viví muy de cerca su maternidad y con ello me enseño una nueva forma de amar.
Siempre ha sido mi compañera, mi amiga y mi hermana y creo que algunas veces fue mi prima.

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